En 2012, el presidente del BCE Mario Draghi anunció que “se haría todo lo necesario” para salvar el euro. Solo este anuncio bastó por aquel entonces para contrarrestar las especulaciones acerca de un colapso de la zona euro. Las medidas del BCE no se diferencian especialmente de las de la Reserva Federal en Estados Unidos. En ambos casos se trata de grandes reducciones del tipo de interés básico y de la compra de bonos y otros tipos de deuda. A finales del año pasado, la Reserva Federal anunció la retirada a largo plazo de esta política mediante una subida moderada de los tipos de interés. El BCE, por su parte, está todavía lejos de una noticia así. La reciente caída de los precios de consumo parece indicar que el BCE seguirá manteniendo todavía sus tipos de interés en niveles históricamente bajos. Las últimas medidas monetarias han buscado este objetivo, para poder así evitar una situación deflacionaria en Europa. Los críticos advierten de las desastrosas consecuencias que esta política monetaria podría conllevar.
Inflación y deflación
Fundamentalmente, el objetivo del BCE sería lograr una inflación moderada no mayor del 2 % en el Espacio Económico Europeo. Con inflación, el precio de bienes y servicios se incrementa a la par que una continuada depreciación de la moneda. Con un descenso continuado de la tasa de inflación, sin embargo, existe el riesgo de deflación (o descenso del nivel de precios). Esto puede conducir a que las empresas dejen de invertir debido a un descenso de los beneficios, y a que los consumidores retrasen sus decisiones en materia de consumo a la espera de unos precios todavía menores. Una situación de deflación puede, por lo tanto, dejar paralizada a toda una región económica.
El riesgo de una caída del tipo de interés básico
El tipo de interés básico determina a qué tarifa pueden endeudarse los bancos comerciales europeos con el BCE. Con un tipo de interés bajo, los bancos pueden obtener dinero prácticamente con una tarifa cero. Por otra parte, esto permitiría a las empresas obtener crédito barato. Esto llevaría a su vez a un aumento de las inversiones y el consumo, que generaría a su vez crecimiento. Sin embargo, hasta ahora apenas se ha podido ver ninguno de estos efectos positivos, es más, el riesgo de nuevas situaciones de crisis se incrementa. La oleada de dinero barato adultera los precios en el sector financiero, puede llevar a malas inversiones e invita a una especulación de los precios. El riesgo de burbujas se incrementa. En el peor de los casos, los cambios introducidos podrían conducir a importantes pérdidas y a una nueva crisis financiera.
Generar dinero nuevo a partir de deudas pasadas.
Aun así, el BCE va aún más lejos: desde el año pasado lleva a cabo el llamado Quantitative Easing (QE). Mediante este mecanismo, se compran bonos de deuda de países europeos a inversores y bancos con el objetivo de producir una reducción de los tipos de interés en esos países y generar liquidez en sus mercados. Debido a que, de esta manera, se obtiene dinero de deudas anteriores, los economistas hablan aquí de una monetarización de la deuda soberana.
Si este nuevo dinero ya no vale nada, el rédito de las inversiones también disminuye. Esto repercute también en los seguros de vida y planes de pensiones privados de los ahorradores europeos, cuya rentabilidad depende igualmente de los tipos de interés generales y del tipo de interés de la deuda asociado a éstos. Esta situación perjudica especialmente a los ahorradores alemanes: la política monetaria del BCE disminuye la rentabilidad anual de 90 millones de seguros de vida y 16 millones de pensiones subvencionadas del modelo “Riester”, dificultando a los ciudadanos la planificación de su futuro económico.
Aliviar a los Estados a través de una expropiación a los ahorradores
En Alemania, esta política monetaria está siendo fuertemente criticada. Los economistas alemanes acusan al BCE de financiar de forma encubierta a los Estados, pasando por alto las reglas del Tratado de Maastricht. Se teme que, de esta manera, se esté protegiendo la mala gestión económica de los países del sur a costa de los ahorradores europeos.
Sin embargo, por el momento parece no haber una retirada de esta política monetaria potencialmente peligrosa. Mientras que Estados Unidos demuestra su recuperación económica con la subida de los tipos de interés, Europa sigue en busca de estabilidad y prosperidad. Si bien el BCE ha cumplido hasta ahora su promesa de salvar el euro, también tendrá que haber un rescate para las víctimas de esta política. Queda todavía esperanza de que Europa pueda ahorrarse las catastróficas consecuencias de su política de rescate.
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