De París a Luxemburgo

, de Aida Dos Santos

De París a Luxemburgo

Es en el Tratado de Roma, como señala K. Preub, el momento en el que aparece el término filopolítico de ciudadano, se reconoce en sí mismo como un extraño, su alusión a las personas está basada en la función de actores económicos que éstas desarrollan. El objetivo descansaba en la consecución de la integración de las economías de la Comunidad, y consecuentemente, con la libre circulación se abrió la puerta a los derechos de los individuos.

En 1974 se celebra la Cumbre de París presidida por el interés de atribuir a los cuidadnos de la unión una serie de derechos especiales, a saber, el Pasaporte Único (Andreotti 1972) como expresión de una ciudadanía europea coexistente con las distintas nacionalidades estatales, y con la intención de equiparar la situación política de las nacionales de los estados miembros, pasando a denominarse ciudadanos.

Esos derechos serán principalmente el derecho a sufragio activo y pasivo, y al acceso a una función pública. Dos años después Leo Tindemans (Primer Ministro belga) fue designado para definir la Unión Europea. En su informe se centró en el paso y en la transformación desde la Comunidad Económica Europea a la Unión Europea.

Basándose en la protección y en el reforzamiento de los derechos, con una gran preocupación en la creación de signos externos y la difícil empresa de hacer atractiva la Unión Europea a los ciudadanos con el objetivo de que se interesen por ella y participen en los comicios.

El papel de los ciudadanos es muy importante, deben ser receptores de derechos y gozar de unos derechos, más bien privilegios por ser designados ciudadanos europeos.

En 1979 se producen las primeras elecciones de la Comunidad Europea al Parlamento Europeo. Parten del sufragio universal directo, y se elige para un mandato de cinco años renovables. Aunque se ha intentado al máximo homogeneizar el sistema, que finalmente es el proporcional, en términos de sufragio pasivo se respetan los criterios de cada Estado. Debemos hacer una mención especial al grupo ‟Coccodrillo”, presidido por Altiero Spinelli, se elabora un trabajo denominado Anteproyecto Spinelli, donde en el artículo cuarto podemos leer:

Los ciudadanos de los Estados miembros son asimismo ciudadanos de la Unión”.

Estos trabajos del Parlamento 1983 son muy importantes para la profesora Mangas Martin que argumenta que

la idea de una ciudadanía de la Unión, superpuesta, complementaria e inseparable de la ciudadanía nacional, corresponde al Parlamento Europeo”.

En 1984 aparece el Consejo Europeo de Fontainebleau preocupado por la lejanía de la Comunidad con sus ciudadanos, era por aquel entonces y lo sigue siendo en la actualidad algo ajeno al día a día y a sus vidas. Se crea con el fin de propiciar el acercamiento un Comité ad hoc sobre la Europa de los ciudadanos. El ciudadano pasa a ser y a tener la posibilidad de actuar como tal, a ser el protagonista gracias a la merma en el interés mercantil, ya que el marco económico de la Comunidad Económico Europeo no reflejaba los intereses políticos de la ciudadanía ni mucho menos los sociales. Así es como advertimos la evolución de la “Europa de los mercaderes” a la “Europa de los Ciudadanos”. De esa forma, un año después, se presentan los informes del Comité ad hoc, que pasará a conocerse como el Comité Adonnino. En el informe, reconocido por muchos con el título, “Una Europa el pueblo” se resaltaba la importancia de construir unos objetivos menores que fueran acercando paulatinamente Europa a la ciudadanía. Se expresan del mismo modo los contratiempos y dificultades que supondría la supresión de los controles fronterizos; y la instauración de un sistema general de reconocimiento y equiparación de títulos universitarios; se debía partir del “principio de confianza mutua”. Así es como el ciudadano puede empezar a sentirse como un beneficiado del Derecho Comunitario. Pero esto no quiere decir que el Comité Adonnino perdiera el carácter económico, ya que las medidas partían de la libre circulación de personas y mercancías, el control de divisas, buscando, por supuesto, una ampliación de las posibilidades de empleo y residencia de los ciudadanos.

El Acta Única Europea aparece en escena en 1986, como hemos citado anteriormente, parte de un objetivo económico –para variar un poco-, el de alcanzar y superar el objetivo del Mercado Común y pasar al Mercado Interior con una total supresión de las fronteras, apostando por la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales. Del mismo modo se acercaron en materias de I+D+i (investigación, desarrollo e innovación). Se fortalecieron los derechos del Parlamento Europeo, que al fin y al cabo era donde se expresaba la voluntad de los votantes. Y se mejoró la calidad del Tribunal de Justicia creando un Tribunal de Justicia de Primera Instancia.

Publicando desde España, no pasaremos por alto la Propuesta que hizo el Gobierno de Felipe González en 1990, que ilustraba la ciudadanía como uno de los elementos primordiales para edificar la Unión Europea. Para lo que se ha denominado el memorándum español, la noción de ciudadanía se configuraba en la dimensión dinámica o progresiva de derechos, los llamados “derechos especiales básicos” (libre elección de residencia y de participación en la vida política del mismo) y los “nuevos derechos” (protección diplomática, derecho de petición, reconocimiento y validez del servicio militar).

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