Elecciones en Grecia ¿Tragedia clásica o épica homérica?

, de Miguel G. Barea

Elecciones en Grecia ¿Tragedia clásica o épica homérica?

Desde el pasado domingo 23 de Enero la situación política en Grecia ha cambiado. Se han presentados nuevos actores y nuevos retos, tanto en Grecia como en Europa. Muchas las preocupaciones y las posibilidades. ¿Será una tragedia para Grecia y su economía o el comienzo de un nuevo escenario político?

El domingo 23 de Enero, el pueblo griego, aquél al que le debemos el sistema democrático, volvió a ejercer su derecho al voto. Y el oráculo de Delfos de hoy en día (denominado opinión pública) volvió a acertar: la coalición izquierdista Syriza, liderada por Alexis Tsipras, triunfó en las elecciones legislativas con 36,34% de votos y 149 escaños, superando así a Nueva Democracia, partido de centro-derecha del ya expresidente Andonis Samaras, con 27,81 % de votos (76 escaños). La diferencia abismal de escaños se debe al propio sistema griego, que otorga 50 diputados “de regalo” al ganador de las elecciones. En cualquier caso, Syriza se quedó a 2 escaños de la mayoría absoluta, viéndose obligada a buscar un socio para poder gobernar.

Descartados desde el inicio Nueva Democracia (la campaña de Syriza atacaba la mala gestión de éstos y su defensa acérrima de la austeridad) y los neonazis de Amanecer Dorado, 3º partido en número de votos y con la mayoría de su cúpula en la cárcel, los principales candidatos parecían el centrista, liberal y europeísta To Potami, dirigido por el presentador de televisión Starvos Theodorakis, o el Partido Comunista Griego (KKE), del cual se escindió Syriza. Más remota parecía la posibilidad de gobernar con el PASOK, dirigido por el otrora primer ministro G. Papandreu, dado su reciente historial que tanto lo ha alejado de las políticas socialdemócratas que en teoría defienden. En cualquier caso, la decisión final de Alexis Tispras sorprendió a propios y extraños; los Griegos Independientes (ANEL), escisión del partido de Samaras y a su derecha en el espectro político, (4,75 % de votos y 13 escaños) fueron los elegidos para gobernar el país heleno.

¿La razón? Como bien apuntó Ettore Livini en el diario italiano La Reppublica, la promesa compartida de renegociar el pago de la deuda que Grecia ha adquirido respecto a Europa. El KKE ya advirtió que no formaría gobierno con Syriza, enrocados en su rol de oposición perpetua y en su rechazo a la UE, y con To Potami hubiese sido más difícil dar la espalda a la Troika ya que se definen como liberales en Economía. En cualquier caso, existen más diferencias que semejanzas entre los Griegos Independientes y Syriza, como bien se ha hecho eco en los medios de comunicación. Y si tan extraña decisión pudo causar cuánto menos impresión – o incluso decepción en algunos- la composición del nuevo gobierno volvió a hacerlo. Y no por quienes estaban (por ejemplo, el ministro de economía, Yanis Varoufakis, que goza de muy buena popularidad) sino por las que faltaban. Y es que en el nuevo gobierno griego no hay ninguna mujer. Situación que solo se da en Arabia Saudí y Yemen.

Alexis TSIPRAS, europeísmo del sur y la Izquierda.

Alexis Tsipras, nuevo primer ministro griego y uno de los fundadores de Syriza, rompe con la tradicional imagen de líder que se tenía en Grecia y en el resto de Europa. Joven (41 años), se resiste a llevar corbata y se desenvuelve con soltura de cara al público y en las redes sociales. Perfil parecido al de otros líderes izquierdistas como los españoles Pablo Iglesias (Podemos) o Alberto Garzón (Izquierda Unida), quienes han participado en su campaña, o en el no tan joven pero igual de enérgico Jean-Luc Mélenchon, líder del Front de Gauche francés. Y es que la cuestión europea ha estado más que presente en las últimas elecciones griegas.

Los partidos y medios detractores de Syriza advertían de las catastróficas consecuencias que acarrearía la salida del euro, la resistencia a pagar la deuda y la consecuente salida de la UE, todo lo que se produciría con la llegada del partido izquierdista a la presidencia del gobierno griego. Mas lo cierto es que Alexis Tsipras ha repetido en reiteradas ocasiones su deseo de permanecer en la Unión y de mantener la moneda única. De hecho, Tsipras ha firmado la iniciativa ciudadana New Deal 4 Europe, que aboga por la creación de un plan público de inversión para fomentar el empleo en la Unión Europea. Una tesis, la de la necesidad de un New Deal continental, que también ha defendido su ministro de finanzas Varoufakis.

Yannis Varoufakis, nuevo ministro de Finanzas griego.

Y es que aparte del debate local, en estas elecciones se ha discutido en paralelo un tema igual de importante: la cuestión de la europeidad. Para los simpatizantes de ND y el poder establecido griego, los ajustes presupuestarios y la deuda eran un mal necesario si querían continuar en la Unión, y el no hacerlo, justo lo que proponía Tsipras, significaría su inmediata expulsión, un problema mucho mayor. Para el entorno de Syriza, en cambio, su victoria supone el camino hacia un nuevo europeísmo, más popular y menos institucionalizado, en el cual los países del sur – el eje Grecia-Italia-España, ampliable a Irlanda y Francia – no estarán más a merced de la todopoderosa Alemania. Dos visiones contrapuestas con la Unión Europea como telón de fondo.

Europa y el mundo, a la espera.

La victoria de Syriza ha producido diversas reacciones entre la comunidad internacional. David Cameron, primer ministro británico, ha advertido de las terribles consecuencias económicas que conllevará el cambio de gobierno en el país heleno (aunque conviene recordar que Reino Unido no forma parte del euro). En España, se establecen paralelismos entre la situación griega y lo que pudiera suceder en las próximas elecciones generales (previstas para octubre de este año) en las que la formación emergente de Podemos podría superar al actual gobierno del Partido Popular. A nadie le extraña que unos y otros hayan vivido la jornada electoral griega y su resultado de manera bien distinta.

Los países gobernados por la Socialdemocracia, como Italia o Francia, han felicitado a Tsipras dando la bienvenida al nuevo gobierno y mostrando su disposición a “colaborar estrechamente”, mas con cierta prudencia, puesto que el desplome del PASOK, de 33 a 13 diputados, no ha dejado indiferente a nadie. El primer ministro finlandés, Alexander Stubb, sí que se ha mostrado tajante al afirmar que “el pago de la deuda es innegociable” (Finlandia es uno de los principales acreedores de Grecia) aunque posteriormente ha añadido que se muestran dispuestos a negociar los plazos.

Entre las instituciones europeas prima la cautela. La Comisión y el Parlamento se muestran dispuestos a trabajar conjuntamente con el nuevo gobierno y no desean – ni esperan – una ruptura institucional con sus interlocutores griegos. Así lo han confirmado Margaritis Schinas, griego y portavoz de Jean Claude Juncker, o Martin Schulz, quien cree que la quita de la deuda griega no se producirá de manera unilateral. Otras superpotencias, como Rusia y China, también han felicitado al nuevo gobierno griego y han deseado una cooperación más estrecha entre los distintos países. Por otro lado, Marine Le Pen, presidenta del ultraderechista y eurófobo Frente Nacional Francés, se ha apuntado el triunfo como propio, calificándolo como una “bofetada democrática” al Euro y a la UE. Cabe recordar que la propia Le Pen se había opuesto con anterioridad a prestar dinero a Grecia, según ella, “porque serían incapaces de devolverlo”.

Quedan abiertos varios interrogantes. ¿Supondrá el gobierno de Syriza una tragedia para Europa y el desmoronamiento de su economía? ¿O se trata de una hazaña épica para alejar a los mercados y especuladores de un pueblo ahogado por la crisis? No lo sabemos. Pero si hay algo en lo que coinciden agoreros y entusiastas es en el establecimiento de un escenario insólito en el panorama político griego, el cual afectará de una u otra manera al resto de Europa. La función acaba de empezar.

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