La Asociación Oriental vista desde Bruselas: entrevista en exclusiva con Federica Mogherini

, de Fryderyk Lachaise, Maria Popczyk, traducido por Martyna Anna Wierzbicka

La Asociación Oriental vista desde Bruselas: entrevista en exclusiva con Federica Mogherini
Kurier Europejski entrevista a Federica Mogherini. © Rémi Baucher © Rémi Baucher

Antes de dar por finalizada nuestra serie de artículos dedicada a la Asociación Oriental, tuvimos el honor de entrevistar a Federica Mogherini, ex Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (2014-2019) y, desde 2020, Rectora del Colegio de Europa. Nuestra interlocutora compartió con nosotros sus experiencias personales, especialmente con respecto a los significativos cambios producidos recientemente en los países de la Asociación Oriental.

Fryderyk Lachaise: Estimada Rectora, en primer lugar queremos agradecerle que haya accedido a compartir con nosotros sus experiencias personales relacionadas con los acontecimientos producidos en la política de Asociación Oriental de la UE.

Muchas gracias, me alegra poder compartirlas con ustedes. Tuve la oportunidad de visitar todos los países de la Asociación Oriental, a excepción de Bielorrusia, lo cual lamento. A parte de eso, recuerdo mi cadencia como una etapa de intenso intercambio de ideas y percepciones con los representantes de los países de la Asociación Oriental, el cual me proporcionó muchas reflexiones interesantes.

© Rémi Baucher

Maria Popczyk: Para empezar, nos gustaría preguntar cómo evalúa el desarrollo de la Asociación Oriental en la primera década de su existencia. ¿Considera usted que el compromiso actual de la UE en Europa del Este y el Cáucaso Meridional es suficiente?

Para comenzar, me gustaría subrayar que, en mi opinión, la política de Asociación Oriental en general ha resultado un éxito. Aunque por el camino nos hayamos encontrado ciertos obstáculos, si nos fijamos en el desarrollo en cada uno de los seis países miembros, es perceptible su cooperación con la UE definitivamente ha desembocado en un crecimiento económico concreto y en oportunidades de empleo. También ha contribuido al fortalecimiento de las relaciones interpersonales de ambas partes, lo cual es crucial para una cooperación fructífera. Por consiguiente, creo firmemente en que la Asociación Oriental en su formato actual es un gran logro.

Sin embargo, soy consciente de la frustración experimentada por los socios de la UE por la disonancia entre las aspiraciones de algunos de ellos y los límites de lo que la UE puede ofrecer ahora mismo. Asimismo, también ha habido decepciones dentro de la propia UE, debido a la falta de reformas en algunos países miembros de la Asociación, así como contradicciones en algunos procesos. Aún así, esta política ha sido un éxito. Recientemente, en particular, ha sido mejorada después de que la UE y sus socios hayan encontrado una manera de enfoque a medida. Esto permitió a cada país miembro de la Asociación encontrar su propio camino y a definir las formas de cooperación que les resulten más interesantes y sostenibles.

F.L.: En cuanto a países individuales, nos gustaría continuar con una pregunta sobre las repercusiones de las últimas elecciones presidenciales bielorrusas. ¿Qué lecciones ha aprendido la UE en este contexto de la crisis ucraniana de 2014? ¿Se han aplicado a la respuesta europea a la crisis bielorrusa?

Lo que sucedió en 2014 fue claramente una violación de la soberanía territorial de Ucrania y del Derecho Internacional. En primer lugar, debemos reconocer y nombrar la raíz de la crisis: las acciones ilegales rusas, incluyendo la anexión de Crimea. Dicho esto, y nosotros siempre hemos sido críticos con nosotros mismos, creo que en el pasado podía haber habido una tendencia por parte de la UE de presentar la Asociación Oriental de un modo demasiado binario, como una elección de cooperación político-económica o con la UE o con Rusia. Esto pudo haber ejercido demasiada presión en países que mantienen unas relaciones estrechas con la Federación Rusa.

Entonces, la lección aprendida es la necesidad de desarrollar un enfoque menos exclusivo. Por ejemplo, desde 2017 seguimos subrayando que la Asociación Oriental no trata de imponer una elección, sino una cooperación en materias como las reformas económicas, comercio, instituciones, Estado de derecho y democracia. Cada uno de los países es libre de escoger qué dirección quiere seguir. Por lo tanto, hemos avanzado hacia una estrategia basada en agendas y procesos nacionales de reformas.

Este cambio se ha percibido en el contexto de los recientes acontecimientos producidos en Bielorrusia, cuando la UE formuló una respuesta enfocada en los estándares democráticos del propio país, subrayando la necesidad de respetar la voluntad del pueblo, los estándares democráticos y el Estado de derecho. La UE nunca presionó a que Bielorrusia eligiera un “campo geopolítico”. Esto es particularmente importante para un país que mantiene estrechos lazos con Rusia. Y también es ventajoso para la sociedad civil. En este sentido, recuerdo muy bien cómo era el Maidán ucraniano y lo que decía la gente: “estamos luchando para cambiar y modernizar nuestro país, para incorporar reformas anticorrupción y no para elegir nuestro bando”. A partir de entonces, la UE aprendió que, ante todo, debe fomentar los movimientos democráticos locales en los países de la Asociación Oriental.

© Rémi Baucher

M.P.: Como usted sabe, esta revista está afiliada a los Jóvenes Europeístas Federalistas (JEF), una asociación que apoya firmemente la integración europea. Este año, JEF celebró el 15º aniversario de su campaña “Democracy Under Pressure”, creada para crear conciencia sobre el régimen de Lukashenko. ¿Cómo cree que la UE podría apoyar a la sociedad civil en Bielorrusia?

Es una pregunta excelente, porque el caso de Bielorrusia demuestra perfectamente la necesidad de empoderar los movimientos internos en los países de la Asociación Oriental. De vez en cuando, cuando estás sentado en tu oficina en Bruselas, tienes la impresión de que tu apoyo podría poner en peligro la credibilidad o la popularidad de la sociedad civil. De hecho, si la UE apoya abiertamente a sus miembros, estos podrán ser etiquetados como “agentes” de la Unión. En consecuencia, es esencial que la UE apoye la libertad de medios, esto es, el periodismo independiente, así como los movimientos de la sociedad civil, pero solo de manera general. La Unión no debería imponer nada, sino brindarles herramientas necesarias para el desarrollo de sus actividades. En este sentido, la red establecida entre las organizaciones de la sociedad civil y los periodistas independientes en los estados de la Asociación Oriental resulta sumamente valiosa. Su cooperación se encuentra fuera de los poderes de la UE, por lo que no se la podrá acusar de dirigirlos o influenciarlos.

Otro aspecto importante de la intervención de la UE en Bielorrusia está relacionado con las quejas públicas: uno nunca debería olvidarse de los individuos oprimidos por las autoridades de sus Estados. Por el contrario, estos asuntos deben discutirse durante encuentros y reuniones oficiales de todos los niveles. De este modo, la UE puede indicar que no pasan desapercibidos. De esta manera, la UE puede continuar fomentando de forma eficaz la demanda de reformas de la sociedad civil en países como Bielorrusia.

F.L.: En lo que respecta a las medidas que adopta la UE como reacción a los acontecimientos negativos en su vecindad oriental, también nos gustaría preguntarle cuál es su opinión sobre las sanciones económicas. El diciembre pasado, el Consejo Europeo decidió, una vez más, extender las sanciones contra Rusia relacionadas con la anexión de Crimea y el conflicto militar en Donbás. ¿Considera usted que estas medidas restrictivas han resultado efectivas en los últimos siete años?

Aunque se trate de una pregunta difícil, mi primera respuesta sería: no creo que la UE podría haber actuado de un modo distinto en esta materia. El año 2014 probablemente haya marcado el punto álgido de las discusiones políticas en el Consejo de Asuntos Exteriores, en particular en particular en lo que respecta a la decisión de imponer sanciones a Rusia tras la anexión de Crimea y la invasión de Donbas. Y cuando piensas en la composición del Consejo en aquel entonces, es fácil imaginar que las discusiones fueron acaloradas y complejas. Debíamos decidir cuál era la mejor forma de reaccionar. Personalmente, creo que la imposición de sanciones fue la mejor opción, dado que se trata del poder más efectivo que la UE puede ejercer en el escenario internacional: esto es, utilizar la presión económica y coordinar a otros actores, ya sea Estados Unidos o sus socios en Asia.

El no hacer nada no fue una opción. Tampoco lo era la intervención militar. Demostrando la unidad mediante la adopción de sanciones de manera unánime, algo que Putin no se esperaba, fue una victoria real para la UE que mostró una reacción política clara y la habilidad [de la UE] para ejercer presión sobre Rusia. La economía rusa sufrió a raíz de las medidas sancionadoras, a pesar de que el impacto de las sanciones en la toma de decisiones políticas permaneció limitado. No sabemos qué pudo haber pasado si la UE no hubiera actuado. Debemos tener en cuenta que sin las sanciones o los Acuerdos de Minsk, aunque no fueron implementados, el conflicto podría haberse deteriorado aún más.

Lo que la UE realmente logró fue encontrar un equilibrio entre mantener las sanciones económicas y abrir un canal de diálogo con Rusia. Antes de que las sanciones fueran adoptadas, Moscú percibía a la UE como parte de la crisis ucraniana: en aquel entonces era imposible mantener un diálogo entre Rusia y la UE en materia de Ucrania. Llevó tiempo comenzar esa conversación. En 2017, finalmente visité Moscú por primera vez siendo Alta Representante: esto no hubiera sido posible si no se hubiera reabierto el diálogo político.

F.L.: Desde que Joe Biden es presidente de los Estados Unidos, la Casa Blanca adoptó una posición más asertiva frente a Rusia, incluso calificando al presidente Putin de “asesino” con respecto al caso Navalny. En su opinión, ¿seguirá la UE a su socio transatlántico y adoptará un enfoque más confrontativo hacia Moscú?

Si bien la diplomacia estadounidense tiende a tener un enfoque más binario con respecto a Rusia, los europeos normalmente adoptamos uno más diferenciado y complejo. Lo mismo sucede con nuestras relaciones con China: la UE considera a la potencia como socia en algunas materias, pero una competidora e incluso rival en otras. Se trata de una actitud muy pragmática ya que, por ejemplo, no se puede abordar el cambio climático sin la participación de China. Creo que los europeos mantendrán un enfoque igual de complejo hacia Rusia diciendo que la cooperación es posible y deseable en algunas áreas, complicada, pero que requiere un diálogo abierto, en otras y, finalmente, muy difícil y que requiere dureza en asuntos como Ucrania, derechos humanos, o el Estado de derecho.

Otro elemento que nosotros, los europeos, poseemos frente a los demás es un contacto personal con los rusos. Siempre me ha impresionado la cantidad de estudiantes rusos haciendo Erasmus en la UE. Creo que es la mejor inversión que podemos hacer dado que un día la política rusa evolucionará, por lo que es importante observar el desarrollo de la sociedad rusa. Si se piensa en Ucrania entre 2013 y 2014, la UE estaba a punto de firmar un Acuerdo de Asociación con un líder político que finalmente se convirtió en oponente. Sin embargo, fue un acuerdo con el país, no con su líder. Creo que la UE es muy buena gestionando sus relaciones con la sociedad. No solo nos centramos en el liderazgo político y las instituciones, sino que también miramos más allá de eso: la sociedad civil, el mundo académico y el entorno empresarial.

© Rémi Baucher

M.P.: Una última pregunta en relación con las entrevistas que hemos realizado anteriormente con jóvenes provenientes de los países que componen la Asociación Oriental. El tema de la diferenciación surgió varias veces en nuestras conversaciones. ¿Cree que la política de Asociación Oriental de la UE debería distinguir entre los países que han firmado Acuerdos de Asociación con la UE y los que no? ¿O tendría sentido tal diferenciación entre los que avanzaron en términos de democratización y los que siguen siendo autoritarios?

En la práctica, ya existe una diferencia. Si un país ha firmado un Acuerdo de Asociación, disfruta de un estatus distinto, un marco institucional distinto. En mi opinión, sin embargo, es extremadamente importante no hacer distinciones. Por ejemplo, siempre he rechazado la referencia a “grandes aspiraciones”, no son más altas para ningún país, simplemente son diferentes. En particular, Armenia y Azerbaiyán no son menos ambiciosos que otros Estados que han firmado acuerdos de Asociación. Simplemente quieren un tipo de asociación distinto, que también es ambicioso. Lo importante es que la UE logra definir qué tipo de asociación es mejor para cada país para responder las necesidades de su sociedad.

Una vez dicho esto, también es importante evitar las etiquetas de ‘primera’ o ‘segunda clase’ entre los países de la Asociación Oriental, dado que esto podría conducir a una especie de politización del asunto. En un momento determinado, se manipuló políticamente la cuestión de un Acuerdo de Asociación con Moldavia, lo que no benefició ni a la UE ni a Moldavia. Cuando Moldavia tenía un presidente menos europeísta, muchos argumentaban que el país debería recibir un trato diferente. No comparto este enfoque. Una vez más, la Asociación se suscribe con los países, no con sus líderes políticos; y si estos cambian, esto no debería afectar las relaciones del país con la UE.

Por lo tanto, mantendría los seis países de la Asociación Oriental en una misma calificación; también porque nunca se sabe, países como Armenia, Azerbaiyán o incluso Bielorrusia podrían comenzar a desarrollar rápidamente su membresía en la Asociación Oriental. Asimismo, también puede suceder que uno de los otros tres países dé un paso atrás. Yo sería cautelosa a la hora de diferenciarlos. Conozco la gran frustración con respecto a la perspectiva de pertenencia a la UE, pero siempre he señalado que también tenemos países en los Balcanes Occidentales esperando durante bastante tiempo.

La Asociación Oriental debería unir y no dividir a los países, porque se trata de un enfoque realmente basado en la sociedad. Esto es lo que puede dar continuidad a la Asociación. Los cambios políticos internos ocurren a menudo, por lo que si la asociación con la UE se convierte en parte de la política de partidos, entonces estará sujeta a cambios después de cada círculo electoral. Para mí, lo más importante es que esta agenda se convierta en una agenda de país, no en una agenda política. En este sentido, desvincularlo de un enfoque geopolítico binario Este-Oeste es una forma de eliminar ese elemento de politización.

M.P.: Señora Rectora, muchas gracias por compartir sus ideas sobre la Asociación Oriental con nosotros. Esperamos que a pesar de las tensiones actuales en la región, la Asociación Oriental continúe dando frutos gracias a su enfoque basado en la sociedad que usted misma acaba de explicar.

F.L.: No podríamos haber concluido mejor esta serie de conversaciones sobre esta política de la UE. Por lo tanto, estamos profundamente agradecidos por su tiempo y su apoyo a nuestra actividad.

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