La enseñanza de lenguas regionales para la construcción europea

, de Alexandre Marin, Olalla Pastor Del Valle

La enseñanza de lenguas regionales para la construcción europea

Uno de los típicos argumentos de los nacionalistas para convencer a la opinión pública de la imposibilidad de construir una Europa unida es el del idioma: ¿cómo vamos a unirnos si ni siquiera podemos entendernos?

¿Naciones unidas en la diversidad?

Es cierto que en algunos Estados-nación se han desarrollado intentando erradicar toda particularidad regional o local, en primer lugar las lenguas. No debía existir una cultura bretona, ni picarda ni corsa, sino, solo una cultura francesa. En la lógica nacionalista, la uniformización es necesaria para la unidad cuando esta no es automática. Para estar unidos hay que ser iguales, y de este modo, las diferencias tienen que ser estigmatizadas.

Ahora bien, la Unión europea propugna exactamente lo contrario. Su divisa, in varietate concordia, o “unidos en la diversidad” significa que estamos juntos a pesar de las diferencias, pero que estamos unidos también por, para y gracias a esas diferencias.

La enseñanza de lenguas regionales encaja con esta filosofía. La enseñanza de lenguas regionales y la educación bilingüe en lengua nacional/lengua regional seria pues una herramienta importante para darse cuenta que nuestras culturas son plurales y que el multilingüismo no es un obstáculo para la vida en comunidad. ¿Por qué no entonces desarrollar más la enseñanza bilingüe junto a otras lenguas nacionales como el inglés, el español o el alemán? Estos idiomas tienen un magnitud europea y planetaria que los hace mucho más útiles que el bretón, el valón o el auvernés. Sin embargo, la enseñanza bilingüe de dos lenguas nacionales sigue siendo, salvo en el caso de los Estados con varias lenguas oficiales; la enseñanza de una lengua que es “la nuestra”, y la de una lengua “extranjera” como por ejemplo, la de un país vecino cuya frontera está a dos pasos.

La enseñanza de lenguas regionales y la educación bilingüe de lengua nacional/lengua regional es la enseñanza de dos lenguas que son « las nuestras » y que constituyen « nuestro patrimonio », lo que replantea especialmente la idea de que para estar unidos, hay que compartir una lengua única que sea la misma para todos.

Las lenguas regionales como patrimonio histórico y cultural

Sobre todo porque las lenguas regionales suponen una inmensa riqueza para toda la humanidad. La belleza de la lengua provenzal sirvió a un autor francés, Frédéric Mistral, premio Nobel de literatura en1904, para su poema Mirèio. Este gran escritor tenía por ambición resucitar la lengua de los trovadores, primera lengua literaria de Europa junto con el Latín, en los siglos XI y XII. Los trovadores del occitano han inspirado a los trovadores de la lengua romance, entre ellos el famoso Chrétien de Troyes, y los Minnesängers (juglares) del otro lado del Rin. El prestigio de los trovadores se extendió hasta el sur de Italia dónde se creó la Escuela siciliana, protegida por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de Sicilia, Federico II. Esta corriente literaria, cuyas obras fueron escritas en siciliano, son los orígenes del soneto que hará famosos a Petrarca, Ronsard, Shakespeare, y más adelante muchos otros autores románticos.

Por esta razón, la Unesco puso en marcha programas de inventario y salvaguardia de las lenguas en riesgo de desaparición y el Consejo de Europa elaboró la Carta europea de lenguas regionales, cuya ratificación es obligatoria para ingresar en la Unión Europea; Carta que sin embargo, todavía no ha sido ratificada por la Francia, a pesar de los anuncios del gobierno al respecto.

Por otra parte, una lengua rara vez se desarrolla de forma aislada, sino que se basa en su mayoría de otros idiomas de los que está cerca geográfica, histórica o culturalmente. Lo mismo pasa con las lenguas regionales, con la notable excepción del vasco. Las lenguas regionales pueden tener en común con otros idiomas de los países europeos; palabras, frases, expresiones o convenciones gramaticales. Todas ellas sirven como puentes entre los idiomas de los diferentes estados, como el lenguaje de Norman entre el francés y el Inglés. Por lo tanto, aprender, conocer, y hablar lenguas regionales es una ventaja considerable, no sólo para hablar mejor idiomas extranjeros, sino también para comprender el origen de la morfología, los proverbios, y la sintaxis.

Las fronteras lingüísticas no existen

Esto también explica que las lenguas regionales cambien nuestra percepción de las fronteras nacionales. En una Europa gobernada por la lógica nacional, el cruce de una línea dibujada en una cadena de montañas o en un río corresponde a un cambio de la lengua y la cultura tan brutal como artificial. Las lenguas y las culturas regionales nos hacen conscientes de este artificio.

Al cruzar las regiones y los países de nuestro continente, la transición de un idioma a otro es mucho más gradual, y es muy difícil definir los contornos de un lenguaje. El idioma de una región está impregnado de las de las provincias vecinas, y cuanto más se acerca a una de estas provincias, más fuerte es su influencia, hasta el punto que algunos dialectos son considerados dialectos de transición entre dos lenguajes como el roiasco, dialecto de transición entre el provenzal y el ligur (idioma de la región de Génova). Entonces, si los idiomas pudieran representarse por colores, la Europa de las regiones sería una gradación de colores diferentes que interactúan y que se mezclan entre sí.

De este modo, el aprendizaje y el uso de lenguas regionales no deben verse con fines de aislamiento o lamento por el pasado, sino en la óptica de una gran apertura al mundo y al futuro.

Una lengua, un pensamiento

La cuestión no es solamente cultural, también se trata de una libertad fundamental, sobre todo de las libertades de expresión y de opinión. Si con la palabra se expresa el pensamiento, los trabajos del lingüista Ferdinand de Saussure demuestran que ante todo, la palabra forma el pensamiento: ¡sin palabra no hay idea! El principio de la neolengua de Orwell reside en eliminar progresivamente las palabras para evitar toda opinión no conforme. La imposición inclusiva del francés en la vida cotidiana de las autoridades públicas a partir de la 3ª República francesa no fue solo por objetivos nacionalistas. En principio, el francés debía ser la lengua de Las Luces y de la libertad frente al resto de lenguas europeas, que seguían confinadas por los grilletes ideológicos del Antiguo Régimen. La voluntad del Estado fue imponer una sola lengua para restringir y supervisar la misma facultad de pensar, para que no se cuestionaran las conquistas de la Revolución que serían la base fundamental de la nueva República instaurada en 1870. Este método inspiró a la URSS para imponer el ruso como la única lengua de la vida pública.

La promoción de la enseñanza y la práctica de lenguas regionales en la vida pública, es favorecer la diversidad de opiniones, la libertad de expresión, y el encuentro de diferentes representaciones del mundo encarnadas por esas lenguas, factor de enriquecimiento cultural colectivo y por lo tanto, de unidad.

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