Tratado a Tratado

, de Aida Dos Santos

Tratado a Tratado

Tras la Segunda Guerra Mundial, se despiertan en Europa deseos de una federación. Tal meta tiene dos formas de conseguirse. Una corriente, la que es denominada funcionalista, es la que apuesta por una construcción paso a paso, paulatino, sin dejar resquebradura, se basa principalmente en cuestiones económicas. Y la segunda postura, es la de quienes quieren hacer Europa, y hacerla ya, se construye un nacionalismo europeo que cese los conflictos nacionales entre los estados, se redacta una Constitución, se reúne un Parlamento fuerte y se crea la federación, es la que reconocemos como radical.

Sabemos que con el empeño de demócrata-cristianos y en menor medida de socialistas y liberales, se llevó a cabo el primer modelo. Siendo el primer paso la reconciliación de alemanes y franceses a través de pactos para la explotación y comercialización del carbón y del acero. La Comunidad Europea empezó rejuntando a los seis países más reticentes de Europa, eran el núcleo duro y hostil del continente, si se conseguía la convivencia entre ellos, el resto de países llamarían a la puerta. Contamos con el doble eje de construcción de la Unión Europea. El principal fue el Económico, que presidió hasta bien entrados los años ochenta del pasado siglo, pero que no ha dejado de ser un objetivo a la vista, estando el eje político subordinado a las funciones presupuestarias a pesar de ser este pilar el que intentó encontrar una función legitimadora acercándose a los ciudadanos. La cooperación intergubernamental se ha convertido en un objetivo primario, y la integración en un modelo político federal que se deja para un futuro (¿no muy lejano?).

A medida que se consolidan los derechos económicos, aparecerán los derechos sociales, el golpe de gracia es la proposición del Parlamento por hacerse respetar, por recordar que es la expresión de los votantes.

Parece que todo empieza con el Tratado de París el 18 de abril de 1951, de la mano principalmente de los franceses Robert Schuman y Jean Monnet (este último considerado el padre de la Comunidad). Los Estados miembros fueron Bélgica, Francia, Alemania Occidental, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. En este Tratado se estableció la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. El Tratado de Roma no tardó en aparecer, mejor dicho tardaron porque no es un Tratado sino dos. Fueron firmados el 25 de Marzo de 1957 por los mismo Estados. Uno de ellos establecía la CEE, es decir, la Comunidad Económica Europea, y el otro la Comunidad Europea de la Energía Atómica, el EURATOM. Con estos tratados, aparecen claramente el Consejo, el Parlamento y los Tribunales. Es con la llegada del Tratado de Bruselas el 8 de abril de 1965 cuando los Estados firmantes de los tres Tratados anteriores, crean una sola Comisión Europea así como un sólo Consejo Europeo, uniendo los poderes ejecutivos resultantes de los tres Tratados. Y es que, el poder legislativo y el judicial ya venían compartidos desde 1958, materializado en el Parlamento Europeo y en el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas. Se realizan tres ampliaciones, en 1973, 1981 y 1986, que incluyeron a Reino Unido, Irlanda y Groenlandia, que se retiró en 1982, Grecia, y España y Portugal, respectivamente. Esto ocurrió antes de la firma del Acta Única Europa, en Luxemburgo y en la Haya en 1986, este acta fue clave para la institución de la Unión Europea tan solo cinco años después. Maastricht, el más escuchado, es conocido como el Tratado de la Unión Europea. Se añadieron al proyecto europeo tres pilares fundamentales para la empresa, la regulación de la política exterior y la seguridad común, los asuntos de justicia e interior y principalmente el valor de la cooperación. Fue revisado por el Tratado de Ámsterdam, en 1999, que tomaba en cuenta aspectos que habían quedado en un segundo plano con el antiguo Tratado, como lo son la libre circulación, el empleo, el ingreso de nuevos miembros y los matices sobre la justicia, la política exterior y la seguridad común. Pero este Tratado no fue capaz de afrontar la reforma en la estructura institucional que se demandaba desde las perspectivas de grandes ampliaciones, por lo que aparece el Tratado de Niza entre el año 2000 y el 2003 cuando entró en vigor. Algo expresamente demandado, sobre todo para legitimar la idea de la ciudadanía, fue la redacción de una Constitución Europea, que apareció en el año 2004 sin llegar a su fin previsto, por lo que en 2007 se firma en Lisboa el 13 de Diciembre el Tratado de Lisboa, lo más llamativo es el hecho de otorgar personalidad jurídica a la Unión Europea para firmar tratados internacionales a nivel comunitario. Se crean figuras que dan un poco más de coherencia, sentido y continuidad a las políticas de la Unión Europea como el Presidente del Consejo Europeo y el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Incluso se dota de vinculación jurídica a la Carte de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Actualmente hablamos de la Europa de los 28, tras la llegada en 1995 de Austria, Finlandia y Suecia; en 2004 se incorporó la República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia., la mayor incorporación. En 2007 se unieron Rumania y Bulgaria. Y en 2013, Croacia.

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